sábado, 12 de abril de 2014

Ensalada de garbanzos, espinacas, bacalao ahumado y berberechos


Aspecto final de la ensalada

Sobre el bacalao
-¿Le gusta el bacalao?
- A decir verdad, a mí me gusta el pescado fresco...
- De todos modos...
- Sí. Lo reconozco. El bacalao cumple con su obligación incluso después de haber sido convertido en una mercancía reseca, fibrosa y momificada. El bacalao es susceptible de resucitar, cosa que no es muy corriente ni se da con excesiva frecuencia. A través de la cocina se producen fenómenos de lo que mi respetable amigo Rafael Puget llamaba la resurrección de la carne. La resurrección de la gallina ocurre gracias a las croquetas. Es un milagro un poco extraño, pero cierto y a veces positivo. Todas las carnes, al final, acaban resucitando a través del aprovechamiento de los despojos. La resurrección del bacalao en la culinario del País vasco y en la nuestra es un fenómeno digno de tener en cuenta, a veces muy apreciable.
- Usted es un hombre comprensivo...
- Soy de una época en la que en este país se consumían grandes cantidades de bacalao, magnífico, de elevada calidad, indiscutible. Las generaciones anteriores a la mía y mi propia generación fueron bacaladeras. No podría precisarle cuándo llegó a este país, y no es necesario decir a Portugal y a Italia, el bacalao nórdico, que es el único bacalao bueno. La palabra "bacalao" es relativamente reciente en las lenguas de esta península. Los portugueses son grandes devoradores de bacalao; si les queréis dar una alegría, habladles de bacalao; pero nunca he sabido cuándo llegó el bacalao a aquel país. La palabra viene del norte y entró en nuestra península procedente del francés, del gascón a través del vasco. Los vascos pescaban bacalao desde muy antiguo en los bancos de Terranova, en las costas septentrionales de América. Dicen los filólogos que es probable que la palabra llegase antes de que se popularizara el consumo de bacalao, al igual que la palabra "televisión", que llegó primero que los aparatos para verla. La popularización y la comercialización del bacalao en nuestro país se produjo cuando nuestros veleros viajaban al Báltico transportando vino. El desastre de la filoxera perturbó este tránsito naturalísimo, pero el bacalao ya había sido admitido por la gente, había pasado a ser un elemento de primera necesidad para pobres y ricos y continuó llegando. Barcelona fue una gran centro consumidor de bacalao y la sociedad lo consideró un manjar excelente. Fue tras la última guerra civil y la segunda guerra mundial que nos vimos privados durante casi un decenio de este alimento. Luego la política autárquica y la balanza de pagos mantuvieron la privación. En los últimos decenios se han vendido en los mercados por razones puramente imaginarias y patrioteras. Ahora parece que la cosa tiende a mejorar y que a veces se puede encontrar algún bacalao más o menos discreto.
- En efecto, el hecho parece cierto.
- En realidad, han pasado los años, y la juventud de nuestros días, como consecuencia del bacalao que le han servido últimamente, tiene una idea muy vaga del bacalao bueno, carnoso y cortezoso que se comía en este país años atrás. La juventud de nuestros días se considera muy inteligente y seguramente lo es, pero su paladar se va volviendo de cemento armado, absolutamente sindical y masivo. La desaparición del bacalao nórdico ha hecho que muchas tiendas que lo vendían y tenían una fuente de agua corriente en el mostrador para desalarlo y esponjarlo se esfumasen con él -hecho visible sobre todo en Barcelona y suburbios-, y así se ha ido perdiendo la memoria bacaladera.
Josep Pla - Lo que hemos comido


El escritor y periodista gallego Julio Camba, fue acaso el más destacado humorista de las letras hispánicas. Su obra "La casa de Lúculo o el arte de comer", publicada en 1929, es un manual de europeísmo gastronómico de necesaria y delectable lectura. Enemigo personal del garbanzo, Camba es, pese a haber nacido en una de las tierras más remotas del Imperio Romano (Galicia: ¿dónde, si no, podría nacer, en la península, un humorista de su talla?), un vives romanus de pies a cabeza: el pultifagónides, o devorador de garbanzos, era, para él, motivo de risa.

En el día de hoy, por causas de pereza culinaria o vaya usted a saber, me he sacado de la manga una rápida y suculenta receta, evocatoria del clásico guiso de vigilia de antiguas y casi olvidadas Semanas Santas.

Grado de dificultad : Que nadie se entere de lo de pultifagónides.

Ingredientes :


¿A que parecen cocidos?
- 1 bote de garbanzos en conserva (os garantizará un perfecto punto de cocción y sal)
- 1 lata de berberechos


Algunos ingredientes
- 1 paquete de bacalao ahumado
- Unas hojas de espinacas frescas
- Aceite de oliva, ajo y perejil
- Sal y pimienta

Manos a la obra :
1 - Poner a John di Martino jazzeando "La Comparsa".


Las espinacas cortadas
2 - Lavar, escurrir y cortar las espinacas en tiras o como se prefiera.


Operación aliñado
3 - En una ensaladera incorporar los garbanzos bien lavados y escurridos, los berberechos, las hojas de espinaca, y el bacalao ahumado.
4 - Con ayuda de la minipimer, batir un diente de ajo sin germen, un puñado de perejil fresco, un pellizco de sal y pimienta y un chorro generoso de aceite de oliva virgen.
5 - Añadir este aceite a la mezcla anterior y remover concienzudamente.
6 - Servir, y a..........................¡¡¡triunfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!!!

15 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Pues yo igual soy algo pultifagónides, o ciceroniano, que de las dos formas puede y debe decirse.

Juan Nadie dijo...

Nota a pie de página:
Cícer: Garbanzo.

Sirgatopardo dijo...

Dicho lo cual, Cicerón = Garbanzón.
Yo lo soy en grado extremo.

Juan Nadie dijo...

Es que a Cicerón lo llamaban así porque tenía en grano en la cara que parecía un garbanzo. Los romanos eran muy aficionados a los motes, y a nadie le molestaba. El tercer nombre (el cognomen) era casi siempre un mote.
Otros dicen que en realidad lo llamaban así porque su familia se había dedicado al comercio de los garbanzos. En todo caso, Cicerón: garbanzo.

marian dijo...

En aquellas Semanas Santas no se podía ni cantar...

marian dijo...

Y en las tiendas (oscuras) de ultramarinos estaban colgados... los "bacalados"

Este plato cae también, por bueno, por fácil y rápido de cocinar.

marian dijo...

Camba era muy irónico, es imposible que no le gustasen los garbanzos:)

Sirgatopardo dijo...

En aquéllas Semanas Santas, Juan Nadie y un servidor, solíamos acudir a los dos bares del pueblo, que, cerrados por fuera al igual que los fumaderos de opio, ponían música...

Sirgatopardo dijo...

No estoy seguro que se acuerde...

Juan Nadie dijo...

Pero cómo no me voy a acordar, si eso no se olvida. Ahora, lo de dos bares...

Sirgatopardo dijo...

El Alaska y el San Remo. Si ya sabía yo que el Alzheimer...

Juan Nadie dijo...

Y alguno más.

marian dijo...

Bares, qué lugares... para hacer Penitencia.

marian dijo...

Lo de no poder cantar yo lo llevaba muy mal.

Sirgatopardo dijo...

Joér es que ni por la radio...